Una pequeña sala de espera de escasos metros cuadrados junto a un dispensador de números recibe a los clientes que se acercan hasta el taller de móviles de calle Unión. En apenas diez minutos un hormigueo de decenas de personas pasan por los mostradores de Manzanarota con sus teléfonos reparados en el instante, la revolución de la reparación móvil. Eficacia, inmediatez y económico; esas son las tres claves de este negocio que ha revolucionado el sector. “Todo el mundo quiere tener el móvil reparado en el mismo día. De ahí surgió este enfoque nuevo: un taller sin intermediarios ni envíos donde las reparaciones se hagan en el acto”, explica Francisco Martín, uno de los socios.
Y funcionó: cada vez son más las personas que acuden desde todos los rincones de Málaga en busca de un milagro para reparar su teléfono móvil. Desde quecomenzaran su andadura en noviembre de 2013, el negocio ha crecido exponencialmente. Una eclosión que ha provocado que amplíen tanto sus horarios como la plantilla. “Hemos pensado en aquellos clientes que por sus circunstancias familiares o laborales les es más cómodo visitarnos al mediodía. Además hemos duplicado el personal para ofrecer rapidez aunque sea hora punta”, argumenta Martín.
La mecánica del negocio es sencilla: el cliente acude, coge su número y, tras revisar el teléfono, en máximo dos horas lo tiene reparado. Su pequeño taller, con seis técnicos, cuenta con las piezas y material necesario de diez marcas diferentes: desde minúsculas piezas hasta cristales para la pantalla. “Empezamos como un servicio técnico general especializado en iPhone y iPad pero totalmente independiente de Apple. Después fuimos uniendo otras marcas del mercado hasta llegar al 90% de las más importantes”, señalan.
A pesar de hacer cajas de hasta cuatro cifras, cada día es una prueba de fuego para el equipo de Manzanarota –compuesto también por cuatro dependientes– al recibir centenares de clientes. “Los lunes son días muy fuertes, pero sobre todo los sábados porque viene gente fuera de Málaga. Con estos números, y a base de reparar mucho, podemos permitirnos precios bajos”, agrega el socio de Manzanarota.
Un negocio de barrio que gusta por su cercanía y atención personalizada. No obstante, plantean abrir otra tienda en un centro comercial. “Estamos pendientes de abrir otra tienda en Vialia, sobre todo para dar solución a los problemas de aparcamiento”, añade Martín resaltando la simbiosis que se crearía entre Manzanarota y la gran superficie: “Tiene un valor añadido para ellos ya que mientras el cliente está esperando la reparación puede ir a ver una película, hacer unas compras o tomar algo”. Aun así, los socios aseguran que ni se perderá la magia conseguida en el local de Cruz de Humilladero ni la filosofía de trabajo.
Precios asequibles y competitivos, la reparación en el acto en contra de la lentitud de los servicios técnicos y una atención personalizada son las claves del crecimiento de este negocio que ha crecido gracias también a la difusión por las redes sociales, fiel aliado de Manzanarota. “Empezamos con el boca a boca pero desde que hacemos publicaciones diarias en Facebook, con unas 80.000 visitas, hemos crecido aún más”, sentencia Martín.